lunes, 23 de marzo de 2009

Cuando uno pasa mucho tiempo solo, tiende a distorsionar la realidad, convulsionando lo innegable y haciendo un cóctel explosivo con las verdades y mentiras que le rodean y le conciernen.
Pocas veces estar solo es bueno, a pesar de que es la única forma de afianzar tu identidad de forma que nada ni nadie pueda cambiarla; únicamente cuando estás solo eres capaz de creer en algo con total fervor.
Quiero que entiendas a lo que me refiero con estar solo: no hablo de soledad espacial, sino otro tipo de soledad.
Créeme, se puede estar rodeado de gente y aún así estar completamente solo. Porque es más un sentimiento que un estado de animo, porque es algo propio y personal.
Es posible conversar con mucha gente que, a pesar de todo, no te saque de la enigmática soledad.
Cuando decides vivir solo lo haces porque estás completamente seguro de que es lo mejor, de que es el camino adecuado para alcanzar la pretendida felicidad. También lo puedes hacer porque te cuesta abrirte —que no suele ser el caso—, porque la realidad no te gusta, o porque no confías en los demás y te sientes diferente —que no mejor ni peor—.
Si uno cierra los ojos e imagina, se dará cuenta de que puede construir un mundo perfecto. Puede hacer lo que quiera, y no habrá miedos ni confrontaciones, ni catástrofes ni desgracias. No habrá nada más que lo que se pretenda.
Pero es pura mentira.
Ficción.
Es como cuando te despiertas de un sueño la tarde de un jueves y a medida que sales de tu aletargamiento la conciencia te abofetea:
—Eh, tú. Que no eres guapo, ni superdotado, ni rico. Que mañana tienes trabajo, que está anocheciendo, y que estás solo. Quita esa cara de bobo.
Cuando uno está solo, sus ojos se cubren con una fina tela de esperanza que hace las veces de párpado. Es igual que si tuvieras los ojos cerrados, con la diferencia —por otro lado determinante— de que sigues viendo el mundo a tu alrededor. Pero no de igual forma.
La distorsión que se produce tampoco es espacial. Es un mecanismo de autodefensa que trata de engañar a la conciencia.
Pero todos sabemos, por muy amargo que nos resulte, que sólo existe una forma de librarse de la conciencia:

La muerte.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bastante bueno. Enhorabuena

Un rincon de la imaginacion dijo...

Interesante.

Estar solo en medio de los demas es mi manera de disfrutar alguna soledad. Lastima que encuentres a alguien k te reconozca jejeje

Ελισσα G∅² dijo...

=) me gustó mucho!!

Andrea dijo...

Me ha encantado. Escribes muy bien! He leído bien? Tienes dieciséis años? Enhorabuena, no dejes de hacerlo, se te da fenomenal. Un abrazo.

Fernando García-Lima dijo...

La realidad acaba conduciendo a la muerte como pensemos un poco. Por eso lo mejor que se puede hacer es no pensar, al menos mucho :-)

Un abrazo

Paulette dijo...

Muy buen texto, debo agradecerte por ser una de las pocas personas que firma mi blog. El tema de la gente de Tandil es raro y largo, tengo de donde visitan mi blog y mucha gente de ahi lo visita y quiero encontrar la razon por la cual la hacen jaja.. Saludos

Caótica dijo...

pufffff! no sabes cuanto me llega lo que has escrito. Yo soy de las que sienten ese tipo de soledad aunque este rodeada de gente. Además últimamente he ido aislándome poco a poco de la gente a la que quiero por motivos que solo yo conozco. ahora puedo decir que cada segundo que pasa siento soledad, si a eso le añades que vivo sola, el resultado es... mi feliz infelicidad

Uma dijo...

Muchas gracias por pasarte. He ojeado tu blog. Tiene buena pinta. Un saludo.

Caótica dijo...

apocalíptico y desenfado dantesco? yo? eso crees chico? yo soy como las hojas nuevas que aparecen en primavera en los árboles, tengo una fuerza muy instantánea para salir al exterior, pero una vez he salido soy tan débil como la puntita de una pluma. Aún así vale la pena llegar hasta aquí, a pesar de que sea para nada...

"aquí todo es todo de momento"