miércoles, 11 de julio de 2012

Noctámbulo


Se escucha un eco de pasos que resuenan, puertas que se cierran, copas reverberantes que chocan entre sí. Los sinsontes tienen la costumbre de imitar sonidos ajenos. Algo así como yo en tu oído. Ya sabes quién soy y no es necesario que te lo explique. Por eso me rozas me abrazas me respiras en la nariz y por encima del ruido me siento en una paz algodonada. Nuestra habitación es demasiado roja para lirismos pero favorece las lumbres. Además, esta penumbra siempre confunde a los arlequines de la noche, esos individuos agrestes que arañan remansos nocturnos. Astrónomo ante ti te estudio, te pruebo, te tiento. Para qué andarse con meandros. La eternidad dura medio minuto pero hay segundos que ajustician veranos. Y cuando los labios son tan ardientes la poesía se convierte en una herejía polar. Quiéreme, pero, no me evapores. Si me miras con esos anzuelos toda la noche, no tendré otro remedio que salir a estirar las piernas, respirar humo, camuflarme entre peatones callejuelas y sombras. Esa necesidad de sosiego inmanente y abrupta. Mejor tiritar un poco de anhelos que colmarse de pertenencia. Duerme. Pronto regresaré a tu universo, te expropiaré un mínimo trozo de sábana y por fin podré quedarme así, tan quieto, colindante, susurrando efervescencias en ese lenguaje que es sólo nuestro, tan humano y a la vez tan cósmico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Secuestrame, por favor.
I.J.

*Desvelada* dijo...

Ayyyy!!!! Y quien te dijo que no te puedo conocer, Si es ue al leerte penetro en tu alma y descubro el hombre apasionado que hay en ti, Un verdadero lujo leerte. Gracas por tu linda visita a mi blog y por permitirme entrar en el tuyo, Besos desde Puerto rico!