Se escucha un eco
de pasos que resuenan, puertas que se cierran, copas reverberantes que chocan
entre sí. Los sinsontes tienen la costumbre de imitar sonidos ajenos. Algo
así como yo en tu oído. Ya sabes quién soy y no es necesario que te lo
explique. Por eso me rozas me abrazas me respiras en la nariz y por encima del
ruido me siento en una paz algodonada. Nuestra habitación es demasiado roja
para lirismos pero favorece las lumbres. Además, esta penumbra siempre confunde
a los arlequines de la noche, esos individuos agrestes que arañan remansos
nocturnos. Astrónomo ante ti te estudio, te pruebo, te tiento. Para qué andarse
con meandros. La eternidad dura medio minuto pero hay segundos que ajustician
veranos. Y cuando los labios son tan ardientes la poesía se convierte en una
herejía polar. Quiéreme, pero, no me evapores. Si me miras con esos
anzuelos toda la noche, no tendré otro remedio que salir a estirar las piernas,
respirar humo, camuflarme entre peatones callejuelas y sombras. Esa necesidad
de sosiego inmanente y abrupta. Mejor tiritar un poco de anhelos que colmarse
de pertenencia. Duerme. Pronto regresaré a tu universo, te expropiaré un mínimo
trozo de sábana y por fin podré quedarme así, tan quieto, colindante,
susurrando efervescencias en ese lenguaje que es sólo nuestro, tan humano y a
la vez tan cósmico.
2 comentarios:
Secuestrame, por favor.
I.J.
Ayyyy!!!! Y quien te dijo que no te puedo conocer, Si es ue al leerte penetro en tu alma y descubro el hombre apasionado que hay en ti, Un verdadero lujo leerte. Gracas por tu linda visita a mi blog y por permitirme entrar en el tuyo, Besos desde Puerto rico!
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