domingo, 15 de julio de 2012

Mala mattiana



Me han mirado pelar la manzana, oyes bien, me han mirado seis ojos tres personas o lo que es lo mismo demasiada gente desde sus adentros cuencas iris, me han mirado pelar la manzana con el cuchillo de postre, han contemplado mi pelar tosco y embrutecido, de mamífero silvestre, con nerviosismo de última cena, parapetados en sus tronos de comensales avezados mientras yo pensaba que quizá las manzanas se coman a mordiscos y no sean cosa de aristócratas, que los gusanos entienden mejor eso de degustar manzanas, que la vida es como esa manzana que he pelado, el eterno juego de no saber y aun así comprometerse.

No he dispuesto de herramientas adecuadas, nunca he entendido qué es un cuchillo de postre, ni por qué una manzana no puede pelarse con los dientes. ¿Acaso hemos perdido los modales?

Además todos miraban mi labor expectantes, el padre la madre la hija, y yo con manos temblorosas pelando la manzana, cortando en trozos pequeños la manzana, degustando la manzana, fruta leñosa que colma al insaciable. Dadle manzanas al hambriento y lo saciaréis, pensaba con cada trozo masticado, la manzana no es un buen postre, esta será mi última manzana, todo este asunto por no lavar la condenada manzana, seré castigado por querer librarme del epicarpio, todos moriremos por la manzana, pensaba, queriendo que fuese una manzana de mano y quitarle la anilla y lanzársela al padre o la madre o la hija, en definitiva los propietarios de los ojos que me enrojecían y me hacían sentir tan sólo los dedos, decirles ¡Ahí va! El que se la quede pierde, miradla ahora bien de cerca, entreteneos admirándola, sí, es una manzana de mano y va a explotar así que cuidado.

Pero me la tuve que comer, entera, me comí hasta las pepitas la rama la anilla y me pasé la servilleta por los labios y dije ¡Hum, qué rico! Y pensé ya habéis visto cómo se come una manzana, gaznápiros, podréis acusarme de cualquier cosa pero no de no saber comer una manzana. Entonces victorioso enfrenté los pares de ojos, uno por uno, para dar fe de mi heroísmo, y cuando ya meditaba levantarme escuché que la madre me decía:

¿Te apetece otra? Chico, da gusto verte comer.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy interesante ejercicio de estilo Fidel.
Dinámico y divertido.
Gracias por pasar por mi blog y disculpa por mi tardanza en contestar,pero he estado muy lejos del microverso últimamente.
Un saludo.

María Francis dijo...

Muy interesante
¡me ha gustado un montón!