viernes, 30 de octubre de 2009

Bochorno


Últimamente la gente me mira de forma extraña. El otro día iba por la calle y los transeúntes se paraban a observarme, los muy descarados, apostados detrás de las farolas, escondidos, o en los bancos mirando de reojo. Cuando los descubría y les mostraba mi desprecio y reprobación por cretinos, sencillamente se hacían los suecos, silbando, como si estuviesen muy ocupados redactando listas mentales de la compra o pensando en sus tareas y quehaceres cotidianos.
Pero a mí no me la dan.
Ayer mismo cuando bajé al portal, una señora muy amable del tercero, que siempre perfuma los pasillos con el aroma de sus tortitas, en vez de aguantarme la puerta como acostumbraba a hacer, me la cerró en las mismísimas narices. Y allí me quedé pensando en el pecado que habré cometido mientras buscaba en el buzón, donde acabé encontrando un folleto publicitario que recomendaba el suicidio como solución a todo problema.
¡Basta ya de amarguras, incomprensiones y malestares! Únete al... ¡Suicidio colectivo!
Y casi acabé por participar en la iniciativa.
Esta mañana ya estaba más calmado, y me divertía contando baldosas en la acera hasta que llegué a un semáforo en rojo y tenía que cruzar. A mi lado se posicionó un caniche, y cuando me quise dar cuenta, había basculado con odio todo el contenido de su vejiga sobre mi pierna. Levanté la vista y allí estaba un joven, que sostenía la correa con ambas manos y parecía muy concentrado en que el verde del semáforo le diera el pistoletazo de salida para huir. Intenté hablarle, pero no me salió palabra alguna. Daba igual, porque no me iba a escuchar, pero me dio rabia la sonrisa que parecía esbozar el perro, sin saber si era por el placer de la descarga, o por la valerosa ofensa que acababa de perpetuar.
Cuando entraba en el edificio, me encontré al portero abrillantando el suelo. Iba muy elegante, como siempre. Recordé que era persona muy educada y simpática y lo saludé. Pero me hizo la flor; ni siquiera se giró. Y después, cuando ya encaraba las escaleras, lo vi reflejado en el espejo, mirándome con desprecio como una verdadera arpía. Subí tan perturbado que tropecé varias veces con los escalones y me caí, pero nadie me vio y me da igual; aquí estoy disgustado y sin hallar explicaciones.
Así que lo he pensado mucho y creo que debo volver a ponerme ropa parar salir de casa, y aguantar este calor irreal de octubre con estoicismo. Es injusto, pero quizá eso sirva para camuflarme un poco y desviar algunas miradas.
Aun así me da rabia:
Luego van de naturalistas.

6 comentarios:

Shadow dijo...

Pues tienes razón, la gente va de naturalista y tolerante, pero en cuanto ven a alguien diferente demuestran no serlo... Es lo que tiene nuestra sociedad, dos caras al precio de una -.-
Me encantó no saber qué sucedía hasta el final del relato, yo estaba fantaseando pensando qué podría haber hecho este chico para merecer esas miradas.
Un abrazo!
Carlos
PD: Creo que hasta ahora no te he dicho que tus textos son geniales ;)

Carla dijo...

hsa conseguido mantenerme en vilo hasta el final!
¿sabes? creo que deberías contarnos una historía de miedo, seguro que se te da bien(también).

un besito Fidel::)

Shadow dijo...

Jajaja ¿Se nota que mi último texto es un poco menos deprimente de lo normal? xD Anda, deja de decirme cosas así o acabaréis por conseguir que me lo crea, y subirme el ego no viene bien a nadie xD
Y tiene razón Carla, seguro que se te daría bien escribir una historia de miedo ^^ A ver si te animas.
Un abrazo!
Carlos

Ana dijo...

Vaya, es genial el desenlace. No sabía que le pasaba, pues claro como no le iban a mirar mal, si iba a en bolas! La gente es hipócrita, seguro que luego en su casa les da igual ver al tipico famosillo/a enseñando carnes o alguna peliculilla subida de tono...ahora de puertas para fuera son los más éticos todos...Vergüenza dan ellos, no ver a alguien al natural!
Un beso Fidel, al final me he animado a escribir algún que otro relato, ya me contarás ;)

read u soon

Sandra dijo...

El desenlace me ha hecho reir, no lo esperaba en absoluto. De todas formas, es intolerable como todavía hoy la gente mira como extraños a los que no siguen sus cánones, al final es siempre lo mismo... "o haces lo que se te impone o eres un bicho raro" ¬¬
En fin, tengo la neurona desconectada para comentarte en condiciones...
Sólo decir, que creo haberlo olvidado, que me ha encantado el texto por una parte; y, por otra, que siempre admiraré tu forma de escribir.
Besos!

Marcos Alonso dijo...

Muy bueno!

Nos sorprendes con ese final inesperado, mientras miramos a otro lado disfrtando de tu forma fluida de escribir.

Sorprende tu nivel, y luego lees la edad que tienes... Pienso que tienes un porvenir literario muy prometedor.

Un abrazo