jueves, 30 de abril de 2015

Sobre la inercial certeza del movimiento


Deslizo mis pies 
sobre el estrecho 
y oxidado sendero
de las vías,
hacia ciudades
invisibles.

Y si
irrumpen
cien vagones
que atraviesan
como lobos
la penumbra y
me empujan
a un lado,
tan sólo
escupo
algo 
de tierra y sangre
y mastico
 polvo 
antes de 
regresar.

Nada espero del 
futuro
ni enfrento su reino
si no es blandiendo
el alma.

Sigo,
pues mi casa 
está adelante.

Desde la locomotora,
mirando atrás,
apenas vi lo que pasaba
huyendo.

¡Ahora lo sé! 
Y camino.





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