Deslizo mis pies
sobre el estrecho
y oxidado sendero
de las vías,
de las vías,
hacia ciudades
invisibles.
invisibles.
Y si
irrumpen
cien vagones
que atraviesan
como lobos
la penumbra y
me empujan
a un lado,
tan sólo
escupo
algo
de tierra y sangre
y mastico
polvo
antes de
regresar.
Nada espero del
futuro
ni enfrento su reino
si no es blandiendo
ni enfrento su reino
si no es blandiendo
el alma.
Sigo,
pues mi casa
está adelante.
Desde la locomotora,
mirando atrás,
apenas vi lo que pasaba
huyendo.
¡Ahora lo sé!
Y camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario