Cuando sea consciente -esas cosas se sienten- de que frente a frente, en plena calle, unos ojos de esmeralda caminan hacia usted, magnánimos, como suspendidos en enormes zancos, debe evitar por todos los medios el contacto visual directo con ellos. Para esto se puede servir de estrategias varias: contar baldosas, buscar formas curiosas en las nubes, mirar la hora, recordar con los ojos cerrados la lista de regalos de su último cumpleaños, o citar todos los números primos, desde el dos hasta donde sea necesario, tratando de visualizarlos en las palmas de sus manos. Mientras intenta ignorar dichos ojos, su cuerpo ‒debido a las inexorables leyes de la física— caminará hacia el encuentro, y en cierto punto se producirá el inevitable cruce de ambos cuerpos. Durante los segundos en los que se produce este acercamiento, es posible que tenga alucinaciones, como sentirse desnudo repentinamente o escuchar el derrumbamiento de todos los edificios de alrededor. No se distraiga de su cometido. Una vez en paralelo con el peligro, inspire a fondo, huela el perfume, añore regazos de caramelo desconocidos y sepa que no debe girarse si no quiere terminar convertido en sal, o lo que es peor: en piedra. Si la mirada de soslayo fuese correspondida, además de lamentarse porque quizá no vuelva a ver esos ojos, en cuya paz jamás descansará, llorará todas las noches sabiéndose una condenada medusa más.
5 comentarios:
No recordaba que escribieses tan bien.
Yo tampoco.
=)
Tu blog está excelente, me encantaría enlazarte en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.
me respondes a munekitacat@gmail.com
besos
Catherine
Salud, Fidel!
Excelente pluma, muy de Cortázar. Es un placer leerte y espero poder volver a tener el placer y sentir el licor de una buena conversación entre humo.
Un placer descubrir tu rincón y un texto tan bueno como éste. Espectacular, de veras. ¡Enhorabuena!
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